lunes, 8 de septiembre de 2014

Crónica # 5: historia sencilla 

El segundo piso

Cuando era pequeño le tenía mucho miedo a la oscuridad, que digo miedo, pavor; el solo pensar que podía encontrarme en un lugar oscuro, me nublaba la mente, hacía que reaccionara como un completo estúpido.

Una noche, mi mamá me mandó al segundo piso de la casa donde vivíamos a traerle una pijama a mi hermanita menor, yo obviamente sabía que allá arriba no había nadie, es decir, todo estaba apagado. Le rogué a mi mamá mil veces que por favor no me mandara allá, le supliqué hasta el cansancio pero ella no accedió, por el contrario me dijo que si no subía me agarraba a palo.

No tuve otra opción que subir pero antes, me fui a la cocina y le dije a mi primo que me acompañara, que él sabía que yo le tenía miedo a la oscuridad y que subiendo con alguien me sentía más seguro; él me dijo que bueno, que yo subiera de primero y que él iría detrás cuidándome la espalda.

Empezamos a subir, se veía todo oscuro allá arriba. Íbamos llegando, faltaban como cuatro escalones para estar ya en el segundo piso, estaba muerto del susto; pensaba que se aparecería la llorona, la pata sola, el silbón, una bruja, cualquier espanto que existiera. De pronto, mi primo gritó ¨el diablo, el diabloooooo¨  y yo sin ningún reparo, me volteé, sin verificar si estaba el diablo allá o no, me tiré de picada por las escaleras y caí de cabeza en el yeso de la sala. Cuando me paré del piso, me toqué la cabeza y estaba bañado en sangre; me descalabré.


Mi primo mientras tanto bajaba las escaleras ¨cagado¨ de la risa, cuando me vio, se asustó tanto que fue de una vez a llamar a mi mamá. Al llegar ella, me cogió, me puso la cabeza en el lavaplatos y me bañó en agua; cuando dejé de sangrar tanto me dijo que al parecer no necesitaba puntos, que la herida era pequeña pero que la sangre como siempre era muy escandalosa. Cuando pasó todo el alboroto, me reganó hasta mi nona y mi mamá me dijo: ¨no lo puedo mandar ni siquiera a que me haga un favor acá dentro de la casa porque llega descalabrado, ¡no no no Brayan Johan!, qué cosita con usted de verdad¨. 
Crónica # 3: personaje 

Carolina

Eran alrededor de las diez de la mañana, estaba yo aquel domingo en mi puesto de trabajo: la caja registradora más cercana a la puerta del micro mercado. Hace ya un tiempo no la veía, una amiga muy particular ¨Carolina¨.

En ese preciso momento, no sonaba el teléfono para los domicilios, lo que indicaba que no tenía nada que hacer. Me senté un rato a descansar y seguido a eso volteé mi cara para mirar hacia afuera del negocio, cuando la vi; Carolina pasaba en frente del micro mercado.  Ella me vio inmediatamente al voltearme, se acercó a mí y me dijo- hola, tiempo sin verte, voy a piscina acá con Carlos, ¿a qué hora sales?, yo me voy con usted para su casa y hablamos un rato-, yo le dije que salía a las dos y que la esperaba a esa hora ahí en la entrada del negocio.

A la una y treinta llegó Carolina a la entrada del micro mercado, me esperó hasta las dos y, después, nos dirigimos a mi casa caminando. Cuando llegamos había arroz con pollo, como Carolina no había almorzado, serví para los dos y nos sentamos a almorzar. Ella se veía desganada, comía como por no dejarme el arroz servido, por el contrario, yo comía como si no hubiera más comida en el mundo. Empecé a preguntarle cosas sobre su vida: que qué había hecho en todo ese tiempo sin estudiar, que dónde estaba viviendo, qué si tenía trabajo; ella respondía a todas mis preguntas, pero cuando le pregunte acerca del trabajo, cambió su semblante y me dijo- estuve en San Gil, precisamente haciendo eso ¨buscando trabajo¨ pero…-, se quedó callada y se le aguaron un poco los ojos, ¨ ¿Pero qué?¨ le dije. Ella bajó el tono de la voz, pues no estábamos solos en la casa y enseguida me dijo –me violaron-. Devolví la cucharada de arroz que estaba a punto de meterme a la boca, ¨con eso no se juega Carolina¨ le dije, pero ella me hizo saber que era verdad porque me miró con una tristeza que nunca había visto, mientras dejaba caer una lágrima sobre su mejilla.

¨ ¿Cómo así Carolina?¨  le pregunté de nuevo. Ella dejó su plato en la mesa y comenzó a contarme: ¨A raíz de lo que le pasó a mi nona, me tocó irme para donde mi mamá, al norte; allá todo es muy diferente, el estilo de vida es otro cuento. Me tocó retirarme de la universidad porque en realidad no podía pagarla más, me dolió mucho, usted más que nadie sabe todo por lo que he tenido que pasar por mi carrera y precisamente por no perderla fue que me pasó esto que pretendo contarle. No me quería retirar de la universidad, ya lo había hecho dos veces antes y no quería arriesgarme más, entonces, como no encontraba trabajo de fines de semana, mi mamá me recomendó un bar en San Gil. En ese momento la interrumpí y le dije- ¿un bar, qué hacen allá?, ella me respondió- las chicas bailan, meserean y algunas complacen a los clientes-, ¨un puteadero¨ le dije, ¨digamos que si¨ me respondió.

Yo estaba dispuesta a hacer lo que fuera por salvar mi carrera (lo decía con voz entrecortada, se notaba que le dolía mucho hablar de eso), entonces, el viernes de esa misma semana en la que mi mamá me dijo lo del trabajo en el bar, empaqué mi maleta como con dos mudas de ropa y me fui para San Gil a eso de las seis de la tarde, lo peor de todo es que no llevaba un peso, solo para los pasajes pretendiendo que me dieran trabajo de una vez¨. En ese momento, yo me preguntaba por qué la mamá le recomendaría un trabajo así y recordé que, tiempo atrás, Carolina me había contado la historia de su mamá, muy dura por cierto; en la cual me contó que la señora en la juventud ganaba dinero de esa manera: trabajando en los bares, complaciendo a los clientes.

Mientras yo pensaba, Carolina seguía contándome: ¨ cuando llegué a San Gil, paré en una tienda a comer, pues no había almorzado. Me comí dos empanadas con un  jugo néctar, pagué, y saliendo del lugar, estaba estacionado un moto taxista; yo me acerqué a él y le dije- oye, tú sabes ¿dónde queda el bar Bariloche?-, él me miró extrañado, ¨y eso, ¿por qué la pregunta?¨ me dijo, ¨voy a trabajar allᨠle respondí. Inmediatamente me dijo que me subiera a la moto y nos fuimos camino al dichoso bar.

Eran las nueve y cuarenta y cinco más o menos cuando llegamos al bar, me bajé y le pedí al muchacho que me esperara un poco mientras entraba y hablaba acerca del trabajo. Tan pronto entré al lugar había mucho ruido, muchachas bailando en unos tubos y hombres en las mesas observando a las chicas; me dirigí hacia un tipo de barra y estaba una muchacha atendiendo ¨a la orden¨ me dijo, yo le comenté que venía para lo del trabajo porque me habían dicho que necesitaban muchachas; ella me observó y me dijo que cumplía con los requisitos pero que tenía que esperar hasta el otro día para hablar directamente con el jefe. En ese momento pensé que me tocaría quedarme por ahí en una banca, pues pretendía tomar el trabajo lo más rápido posible ya que la paga era buena¨. En ese instante le dije- Carolina ¿tú de verdad pensabas hacer eso?- y ella me respondió sin reparo que tenía que salvar su semestre.

Carolina calló por unos segundos, pensé que no seguiría contándome, pero no fue así, siguió: ¨Cuando salí de allí, el moto taxista me esperaba como le había pedido, le dije que me tocaría quedarme esa noche por ahí en el parque en una banca porque no tenía plata ya que el jefe no estaba y él era el encargado de contratarme. El muchacho me dijo que no me preocupara, que fuéramos a dar una vuelta que él me iba a mostrar San Gil para que lo conociera y pues yo acepté. De inmediato la interrumpí y le dije- cómo te vas a poner a dar vueltas con alguien que no conoces, en un lugar que no conoces, donde puede pasar cualquier cosa y sin tener un solo contacto Carolina ¿qué te pasó?-, ¨sí, yo sé que las cagué, en ese momento todo se me hizo fácil, uno piensa que todas las personas son como uno y resulta que no es así¨ me dijo y en seguida prosiguió.

¨Acepté, me subí de nuevo a la moto. Primero me llevó a un bar donde me tomé como dos cervezas, después a otro donde me tomé otras dos; en el tercero, conocí dos amigas suyas que eran lesbianas, muy vacanas por cierto y con ellas me tomé otras dos. ¡Ummm!, recuerdo que ellas me llevaron a la barra del bar y nos tomamos un shot; bebida que me cayó mal, es decir, que me alteró los tragos. Tan pronto me sentí muy mareada, se lo dije a él, y lo que hizo fue sacarme del bar para la acera de enfrente donde había como un pastal; allí vomité y se me pasó un poco. Nos devolvimos al bar, me despedí de las muchachas y nos fuimos a un cuarto bar donde me tomé una cerveza, él ya estaba muy prendido y también se tomó solo una. Después nos fuimos en la moto y nos caímos, me pegué duro, pero menos mal no nos pasó nada. Nos volvimos a montar y me dijo que si quería me quedara en su casa y no tuve reparo pues, al fin y al cabo no tenía donde quedarme.
   
Llegamos en veinte minutos más o menos a su casa; cuando entramos,  él me mostró el cuarto donde me podía quedar y también dónde estaba la cocina, su cuarto y el baño. Cada quien se fue para sus respectivos cuartos, yo tenía mucho calor, entonces, entré al baño y me quité la ropa para meterme a bañar, de lo prendida que estaba, no me percaté de cerrar bien la puerta del baño, quedó entreabierta mejor dicho. Abrí la llave de la ducha y de pronto  sentí que se trancó la puerta; él entró, corrió la cortina de la ducha y me cogió de los brazos, ¨ ¿qué hace aquí?¨ le dije, ¨silencio¨ me respondió tomándome más fuerte. Me pegó contra la pared y empezó a darme besos por el cuello y yo le decía ¨no por favor¨ y lloraba, él me decía ¨ahora va a llorar, no haga show¨; yo traté siempre de oponerme pero él tenía mucha fuerza y… me violó¨. Tan pronto dijo ¨me violó¨, Carolina dejo caer otra lágrima. En ese momento, me dio mucha rabia, ¨mucho hijueputa, claro como la vio sola y tomada se aprovechó¨ le dije.

Ella continuó contándome: ¨Al otro día, me levanté, me vi al espejo, tenía los senos todos morados y me dolía todo el cuerpo. Cuando él se levantó, hice como si nada y le saqué el numeró de celular y me fui. Como pude me vine para Bucaramanga, llegué y lo denuncié; me tomaron todos los exámenes y gracias a Dios me salieron bien, lo único fue que me prendió una infección vaginal porque no usó condón¨. ¨ ¿No usó condón?, que asco ese malparido, que porquería, quién sabe con cuántas viejas se habrá acostado, y hasta con hombres¨ le dije, ella me asintió con la cabeza y me dijo ¨menos mal que yo hace cuatro meses me puse las bandas anticonceptivas en el brazo que tienen un noventa y nueve por ciento de confiabilidad, si no ¿se imagina que hubiera quedado embarazada?¨.


En la fiscalía le abrieron proceso, le dijeron que lo llamara para sacarle información ya que solo sabe que se llama Richard. Esta es la hora y Carolina todavía no ha sido capaz de llamarlo, dice que le da miedo y que la verdad quiere dejar todo eso atrás porque sabe cómo es la justicia en este país. 

lunes, 1 de septiembre de 2014

Crónica # 4: amor

EL PERUANO

Camila (mi vecina y amiga), pertenecía desde los quince años a las barras bravas del Bucaramanga. Siempre me contaba sus ¨chocoaventuras¨ -como le decíamos cuando hablábamos-; me narraba cómo iban de un lugar a otro en mula con sus amigos de la barra, cómo pedían plata para subsistir en los viajes, cómo, a veces, les tocaba correr porque hacían algo indebido y los perseguían a palo o cómo se drogaban entre viaje y viaje para pasar el rato. Ella no es de mala familia, solo que esa vida le gustaba, lo tenía todo en la casa pero amaba lo que hacía; inclusive, en muchas de las ocasiones en las que me contaba sus travesías me decía ¨gracias a mi equipo del alma, he podido conocer media Colombia, paisajes que solo se ven en carretera, ese cielo hermoso, estrellado como nunca lo veo en la ciudad, el mar que es hermoso¨.

Yo, cada vez que ella viajaba pensaba en si la iba a volver a ver, se perdía por días, semanas, meses y cuando regresaba, trajinada me contaba lo que había hecho y no voy a negar, me entretenía. Todos decían de ella ¨esa niña si es ñera¨, pues tiene tatuado el escudo del Bucaramanga en la espalda y las iniciales AB con un mensaje que no recuerdo  en la cintura, pero yo siempre la acepté como era porque realmente esas cosas nunca me han importado. Ella siempre viajaba con hombres, ¨guerreros¨ se decían, ya que no es usual que las mujeres hagan lo que ella hacía ¨mulear¨ como para ponerle un nombre.

Siempre que hablábamos, nunca la oía mencionar nada acerca del amor, yo le preguntaba si ella no se metía con algún hombre con los que viajaba y ella me respondía ¨marica yo por más que esté fumada, enviajada, peganteada, me hago respetar a lo bien¨. Era virgen, decía; cuando hablaba del amor, no parecía esa guerrera que yo veía siempre, al contrario, tan inocente y curiosa de experimentar. Desde niña su abuela, que en paz descanse, le inculcó mucho que se valorara y ella eso lo cumplió al pie de la letra, tal vez porque era el ser que mas amaba.

En una de sus tantas locuras, en agosto del 2012 me dijo ¨marica me voy para Perú a ver jugar a mi selección Colombia¨ yo no lo podía creer, porque no se iba en avión, se iba ¨guerreándola¨ como siempre lo había hecho. Ese viaje no duraba días, ni semanas, duraba meses y me inquieté; me echó un trabalenguas ¨marica de acá me voy desde papi quiero piña hasta Bogotá, de Bogotá me voy para Ipiales, desde Ipiales jummmmm me nombró Quito, Bolivia y Perú¨ algo así me dijo.

Eso fue diciendo y haciendo, la semana siguiente estaba lista para irse. Con la hermana la acompañamos hasta papi quiero piña y allá la despedimos junto con dos muchachos. Me había dicho que allá en Bogotá se encontraban con otro muchacho y que eran cuatro los que viajaban.

A pesar de que le dije que todos los días le iba a escribir un inbox para que no se sintiera sola, los oficios y el trajín diario hicieron olvidar esa promesa. Un día, ella me escribió un mensaje ¨marica estoy en Arequipa, parce hace un frío ni el más hijueputa, uno de mis amigos está encanado ¡qué visaje! Jummmm y marica me está cayendo un cholo pero no me gusta porque habla todo campesino¨, yo le escribí que ojo, que tuviera cuidado y que cuando regresara no se olvidara de traerme un peruano (un gorro tejido típico allá en Perú).

Pasó mes y medio más o menos, yo estaba angustiado ya porque no sabía nada de ella. Un día al meterme al facebook, encontré un mensaje de ella ¨marica estoy embarazada¨, lloré,¿ por qué?, no sé; está es la hora y todavía me lo pregunto, tal vez porque esa guerrera nunca había guerreado frente a esas cosas, supongo.

No volví a saber más de ella hasta octubre cuando me dijo ¨marica me devuelvo para Bucara, llego más o menos en una semana¨, y efectivamente a la semana estaba acá. Cuando la vi, la abracé y le dije que estaba muy feliz de que estuviera de vuelta; obviamente ella y yo teníamos que hablar de muchas cosas y pues nos sentamos.

¨Marica me enamoré, no sé en qué momento. Yo vivía en la casa de él con sus papás y sus dos primos, trabajaba medio tiempo en una papelería. Las peruanas son insípidas parce, a comparación de las colombianas que si tenemos el sabor jajajajaja, marica a lo bien, todos los cholos estaban a la pata mía y yo más me arreglaba ¿a quién no le gusta eso? Yo sé que las cholas no me querían porque al ojo de ellas parecía una perra, me ponía chores cortos y me echaba labial rojo para darles más celos, claro, ellas rabonas porque los cholos se fijaban en esta extranjera jajajaja¨.

Recuerdo mucho esa conversación, no solo me dijo eso, me dijo también que allá metía mucha marihuana y que él, Alejandro, también lo hacía. Ese cholo que la pretendía termino al fin por conquistarla, con risitas, ojitos y demás. Ella le dijo que era Virgen, sin embargo, se le entregó en el piso de la sala, él tal vez no le creyó porque fue un poco rápido y brusco, estaban enviajados y además ¿quién le iba a creer a una mujer que siempre viajaba sola con hombres y se drogaba?

La sangre al otro día en los pantalones de él, confirmo la virginidad de Camila y se enamoró obsesivamente de ella, la cuidaba en exceso hasta tal punto de no dejarla salir ni siquiera a hablar a la calle. Ellos siguieron teniendo relaciones sin protección y solo usaban la postday.

Un día, Camila mamada de estar encerrada, se alistó, fumó su dosis (se excedió por cierto) y se dispuso a salir, pero en ese momento llegó él y forcejearon, la mandó contra la cama pues ella estaba más vulnerable, la desvistió y él también lo hizo, le alzó las piernas y le dijo ¨esto nos va a unir para toda la vida¨ (ella solo recuerda eso, no más). Efectivamente, los unió para toda la vida.


Al terminar de hablar con ella, después de todo lo que me contó, dos horas más tarde aproximadamente, le dije ¨parce y a todas estas mi peruano¨, ella se rió y tocándose la barriga me dijo ¨acá se lo traje¨, una peruanita hoy en día de un añito y medio. 
Crónica # 2: bar

SOBREMESA

Silvia o mejor Sil como todos le decían, acababa de perder el examen final de la materia que más necesitaba para no atrasarse, eran las seis de la tarde y se encontraba con su novio Fabio. Ella lloraba y lloraba, Fabio solo la consolaba pero ella no cedía y mientras caminaban se encontraron frente a un bar o mejor cantina con un nombre peculiar ¨Donde Doña Martha¨ y Sil solo pensó en tomar para olvidar el reciente suceso.

Cruzaron la calle, entraron y se sentaron en una mesa, la única vacía pues el lugar estaba totalmente lleno, no se sorprendieron pues siempre que pasaban frente a él, estaba a reventar. El sitio no era para nada lujoso, por el contrario, era muy de barrio con música corriente y gente ordinaria. Había cinco mesas más, en las cuales estaban tomando solo hombres, la única mujer a parte de Sil era Doña Martha la dueña y mesera de su negocio. Doña Martha lucía ya de edad pero se conservaba, era de contextura gruesa y a diferencia de todas las mujeres que atienden una cantina, ella no era sonriente ni coqueta (tal vez por su edad).

Sil y Fabio empezaron a tomar a eso de las seis y treinta más o menos. Una cervecita fue el inicio, una para cada uno; terminaban una y seguían con la otra. Llevaban dos horas, es decir ya eran las ocho y treinta cuando de repente el señor de la mesa del lado borracho, muy borracho, empezó a gritar ¨Doña Martha mamacita rica, hágamelo como la otra noche, uy así de ricoooo¨, de repente Fabio se levanto del asiento, se acercó al señor y lo sacó de un empujón, el amigo del señor, borracho pero menos que él, no opuso resistencia y se fue junto a su compañero de bebeta.

Fabio se volvió a sentar y molesto le decía a Sil que los hombres ya no respetaban a las mujeres. Eran las nueve, Sil ya se sentía mareada, Fabio también pero menos que ella; de pronto, Doña Martha le acerco una cerveza a un señor de otra mesa y este sin reparo alguno le agarró la cola a Doña Martha y seguido a este acto, se apretó los labios –rico- dijo, estaba borracho claro está. Fabio al darse cuenta de eso, se levantó, insultó al señor y de un empujón más fuerte que el anterior lo sacó.

Fabio seguía hablando con Sil de la falta de respeto hacia doña Martha. Eran las nueve y media, Sil ya se sentía mal y Fabio lucía muy alegrón, pensaron en irse y pagar la cuenta pero antes Fabio fue al baño a orinar. La puerta estaba entre abierta, de repente, entró doña Martha y trancó la puerta –gracias por defenderme- le dijo a Fabio bajándose los jeans, te voy a agradecer también por venir a mi negocio. En seguida, ella lo empujó contra la pared, le abrió la cremallera y se agachó, -qué hace- le dijo Fabio, no te preocupes, esto queda acá, es solo un cariñito hacia mis clientes. Después, sentó a Fabio en el inodoro y ella se le acomodó encima, hizo que él entrara en ella, con movimientos bruscos y jadeos que no diferenciaban el dolor del placer y le decía- gracias, gracias por venir a mi negocio, cuando quieras siempre a la orden, esta será la sobremesa todas las veces que vengas-, Fabio estaba confundido, no supo si fue por el trago pero estaba sintiendo un placer que nunca había experimentado y le gustó.


Al terminar, Fabio se abrochó el pantalón y con la camisa se secó el sudor, doña Martha se subió el jean y sin decirle una sola palabra, salió del baño. Cerca de veinte minutos duró él en el baño pero Sil no se percató del tiempo por cuestión de los tragos. Faltando diez minutos para las diez, Fabio regresó a la mesa y le dijo a Sil –listo amor, paguemos la cuenta y nos vamos-. Él llamó a doña Martha, le pagó la cuenta y ella poniendo dos caramelos en la mano les dijo: ¨siempre a la orden, que vuelvan¨.
Crónica # 1: Primer día de clases 


ROEDORES

Ivana esperaba el metrolínea, era su primer día de clases. Como de costumbre, el metro se demoró más de lo estipulado y ella iba retrasada para su clase de francés que comenzaba a las ocho en punto, eran las siete y treinta y cinco y aún permanecía en la estación.

Cuarenta y cinco minutos más o menos se demoraba el metrolínea en llegar a la universidad, lo que denotaba que Ivana llegaría a las ocho y diez si no se presentaba percance alguno. El metrolínea arrancó a las siete y treinta y seis de la mañana, iba ¨hasta las tetas¨, es decir muy lleno. Ivana llevaba sus audífonos puestos a un volumen que la aislaba del ruido exterior e iba concentrada en su música, sin embargo, miraba de lado a lado y se percataba de la gente que estaba a su alrededor. Le tocó de pie, de hecho siempre le tocaba de pie; en frente estaba una señora de edad, sentada, no pasaba los sesenta años pero tampoco tenía menos de cuarenta, a su derecha, se encontraba, al parecer, un estudiante, llevaba bolso y el negro resaltaba en la mayoría de su ropa, al igual que Ivana, él llevaba audífonos pero el sonido era tan alto que los traspasaba, a su izquierda, estaba un estudiante de colegio, llevaba su uniforme de educación física y detrás, había un señor que vestía saco y corbata y, se veía muy elegante. Eran las siete y cuarenta y cinco, se seguía subiendo gente; las malas caras y los comentarios no se hicieron esperar: ¨no cabe más gente¨,¨ es que lleva vacas o qué¨, ¨esto si mucha porquería, toca tomarnos la pastilla del día después cuando nos bajemos de esta vaina¨.

Ivana miraba la hora, las siete y cincuenta marcaba el reloj cuando: ¨auxilio, auxilio¨ empezó a gritar la señora que estaba sentada en frente de Ivana, después se calló y los sonidos que hacía con su boca denotaban que se estaba asfixiando. La gente se alborotó, unas señoras gritaban ¨ayúdenla, ayúdenla¨, otros decían ¨se va a morir, Dios mío¨ e inmediatamente el conductor detuvo el bus. Ivana no tuvo reparo en ayudarla, la paró, le movía los brazos, le decía ¨respire, respire, tranquila¨ y las otras personas se acercaron a ayudar también, entre ellas los dos estudiantes. Un minuto más o menos demoró la señora en calmarse, poco a poco fue recuperando la respiración; Ivana le decía ¨señora usted necesita un médico¨ pero ella solo dijo ¨tranquila, estoy bien. Estos ataques me dan esporádicamente, es que sufro de los nervios¨. Calmado ya el alboroto, la señora después de dar las gracias, se bajó en la parada de la clínica salucoop pero no fue la única, el señor de saco y corbata lo hizo también ahí.

Después de que la señora se bajo del bus, la gente seguía comentando el suceso, unos decían que les parecía terrible que una persona así anduviera sola en un bus y otras insistían en que ella necesitaba ir a un médico.


En fin, Ivana llegó a la clase a las ocho y treinta, el profesor la dejó entrar pero le puso la falla; cuando se sentó, abrió su bolso para sacar su cuaderno y sus lapiceros, ¡ sorpresa!, no estaba ni su billetera ni su celular; sí, la habían robado en el bus. La impaciencia y algunas lágrimas no la dejaron prestar atención a la clase, ella solo pensaba en qué momento pudo haber pasado. Después, más o menos de diez minutos de estar echando cabeza, le pareció muy curioso que el señor de saco y corbata que iba detrás de ella en el bus, no ayudara a la señora que presentó un supuesto ataque, pero le pareció más curioso aún, que los dos se hayan bajado en la misma parada. Moviendo su cabeza de lado a lado y haciendo un pequeño sonido de ironía dijo ¨vieja hijueputa, jummm, pero claro, ahora las ratas se visten con saco y corbata¨.