lunes, 1 de septiembre de 2014

Crónica # 1: Primer día de clases 


ROEDORES

Ivana esperaba el metrolínea, era su primer día de clases. Como de costumbre, el metro se demoró más de lo estipulado y ella iba retrasada para su clase de francés que comenzaba a las ocho en punto, eran las siete y treinta y cinco y aún permanecía en la estación.

Cuarenta y cinco minutos más o menos se demoraba el metrolínea en llegar a la universidad, lo que denotaba que Ivana llegaría a las ocho y diez si no se presentaba percance alguno. El metrolínea arrancó a las siete y treinta y seis de la mañana, iba ¨hasta las tetas¨, es decir muy lleno. Ivana llevaba sus audífonos puestos a un volumen que la aislaba del ruido exterior e iba concentrada en su música, sin embargo, miraba de lado a lado y se percataba de la gente que estaba a su alrededor. Le tocó de pie, de hecho siempre le tocaba de pie; en frente estaba una señora de edad, sentada, no pasaba los sesenta años pero tampoco tenía menos de cuarenta, a su derecha, se encontraba, al parecer, un estudiante, llevaba bolso y el negro resaltaba en la mayoría de su ropa, al igual que Ivana, él llevaba audífonos pero el sonido era tan alto que los traspasaba, a su izquierda, estaba un estudiante de colegio, llevaba su uniforme de educación física y detrás, había un señor que vestía saco y corbata y, se veía muy elegante. Eran las siete y cuarenta y cinco, se seguía subiendo gente; las malas caras y los comentarios no se hicieron esperar: ¨no cabe más gente¨,¨ es que lleva vacas o qué¨, ¨esto si mucha porquería, toca tomarnos la pastilla del día después cuando nos bajemos de esta vaina¨.

Ivana miraba la hora, las siete y cincuenta marcaba el reloj cuando: ¨auxilio, auxilio¨ empezó a gritar la señora que estaba sentada en frente de Ivana, después se calló y los sonidos que hacía con su boca denotaban que se estaba asfixiando. La gente se alborotó, unas señoras gritaban ¨ayúdenla, ayúdenla¨, otros decían ¨se va a morir, Dios mío¨ e inmediatamente el conductor detuvo el bus. Ivana no tuvo reparo en ayudarla, la paró, le movía los brazos, le decía ¨respire, respire, tranquila¨ y las otras personas se acercaron a ayudar también, entre ellas los dos estudiantes. Un minuto más o menos demoró la señora en calmarse, poco a poco fue recuperando la respiración; Ivana le decía ¨señora usted necesita un médico¨ pero ella solo dijo ¨tranquila, estoy bien. Estos ataques me dan esporádicamente, es que sufro de los nervios¨. Calmado ya el alboroto, la señora después de dar las gracias, se bajó en la parada de la clínica salucoop pero no fue la única, el señor de saco y corbata lo hizo también ahí.

Después de que la señora se bajo del bus, la gente seguía comentando el suceso, unos decían que les parecía terrible que una persona así anduviera sola en un bus y otras insistían en que ella necesitaba ir a un médico.


En fin, Ivana llegó a la clase a las ocho y treinta, el profesor la dejó entrar pero le puso la falla; cuando se sentó, abrió su bolso para sacar su cuaderno y sus lapiceros, ¡ sorpresa!, no estaba ni su billetera ni su celular; sí, la habían robado en el bus. La impaciencia y algunas lágrimas no la dejaron prestar atención a la clase, ella solo pensaba en qué momento pudo haber pasado. Después, más o menos de diez minutos de estar echando cabeza, le pareció muy curioso que el señor de saco y corbata que iba detrás de ella en el bus, no ayudara a la señora que presentó un supuesto ataque, pero le pareció más curioso aún, que los dos se hayan bajado en la misma parada. Moviendo su cabeza de lado a lado y haciendo un pequeño sonido de ironía dijo ¨vieja hijueputa, jummm, pero claro, ahora las ratas se visten con saco y corbata¨.  

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