lunes, 8 de septiembre de 2014

Crónica # 5: historia sencilla 

El segundo piso

Cuando era pequeño le tenía mucho miedo a la oscuridad, que digo miedo, pavor; el solo pensar que podía encontrarme en un lugar oscuro, me nublaba la mente, hacía que reaccionara como un completo estúpido.

Una noche, mi mamá me mandó al segundo piso de la casa donde vivíamos a traerle una pijama a mi hermanita menor, yo obviamente sabía que allá arriba no había nadie, es decir, todo estaba apagado. Le rogué a mi mamá mil veces que por favor no me mandara allá, le supliqué hasta el cansancio pero ella no accedió, por el contrario me dijo que si no subía me agarraba a palo.

No tuve otra opción que subir pero antes, me fui a la cocina y le dije a mi primo que me acompañara, que él sabía que yo le tenía miedo a la oscuridad y que subiendo con alguien me sentía más seguro; él me dijo que bueno, que yo subiera de primero y que él iría detrás cuidándome la espalda.

Empezamos a subir, se veía todo oscuro allá arriba. Íbamos llegando, faltaban como cuatro escalones para estar ya en el segundo piso, estaba muerto del susto; pensaba que se aparecería la llorona, la pata sola, el silbón, una bruja, cualquier espanto que existiera. De pronto, mi primo gritó ¨el diablo, el diabloooooo¨  y yo sin ningún reparo, me volteé, sin verificar si estaba el diablo allá o no, me tiré de picada por las escaleras y caí de cabeza en el yeso de la sala. Cuando me paré del piso, me toqué la cabeza y estaba bañado en sangre; me descalabré.


Mi primo mientras tanto bajaba las escaleras ¨cagado¨ de la risa, cuando me vio, se asustó tanto que fue de una vez a llamar a mi mamá. Al llegar ella, me cogió, me puso la cabeza en el lavaplatos y me bañó en agua; cuando dejé de sangrar tanto me dijo que al parecer no necesitaba puntos, que la herida era pequeña pero que la sangre como siempre era muy escandalosa. Cuando pasó todo el alboroto, me reganó hasta mi nona y mi mamá me dijo: ¨no lo puedo mandar ni siquiera a que me haga un favor acá dentro de la casa porque llega descalabrado, ¡no no no Brayan Johan!, qué cosita con usted de verdad¨. 

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